jueves, 20 de noviembre de 2008

Documentary HRH Yogiraj Param Sant Sat-Gurudev Shri Hans Ji Maharaj “Ramilbeej”

Part one of a simple documentary on the life of HRH Yogiraj Param Sant Sat-Gurudev Shri Hans Ji Maharaj, father and Master of Prem Rawat, revered by many as Maharaji.
Master to thousands, Shri Hans Ji remains in the heart of those touched by his love, kindness, care and inspiration.
The only clip which allows the viewer an insight into the life, commitment and voice of Shri Maharaji.

sábado, 15 de noviembre de 2008

LO QUE TU CORAZÓN NECESITA :: Prem Rawat



La verdad molesta a la gente. Porque a todos nos gustaría tener nuestra pequeña verdad, y sentirnos a gusto con ella. Esa verdad que sería algo como estoy bien, estoy perfectamente, no necesito nada ni siquiera eso de lo que Maharaji habla, no lo necesito porque estoy bien.
Pero lo que yo digo es no se trata de lo que tu necesites, sino de los que necesita tu corazón. La reacción es de sorpresa. ¿Cómo? Yo ya se lo que necesita mi corazón. Otra contradicción con la verdad. Este es uno de esos temas de los que no se sabe cómo hablar porque es tan.. la verdad es algo tan íntimo. No puedes hablar con un amigo sobre ella. La verdad es tan íntima porque tu sabes. Tú sabes la verdad. Y hagas lo que hagas, vayas donde vayas y te escondas donde te escondas cómo vas a ocultarte de ti mismo. Es fácil ocultarse de un amigo. Sencillamente te vas al baño y cierras la puerta. Si tu amigo está en Italia contigo, te vas en avión a Nueva Zelanda. Pero ¿cómo te escondes de ti mismo? Ése es el problema verdad. Vayas a donde vayas, aunque sea a Nueva Zelanda, vas contigo y también va tu corazón y tu búsqueda, tus pensamientos y tu comprensión. Todo te sigue donde quiera que vayas.
Por eso hay que resolver esa cuestión. Hay que comprenderla, no hay que temerla porque la paz, la plenitud del corazón es lo que más alegría produce de todo cuánto existe. Y me refiero a una alegría incomparable.
Mucha gente piensa que para obtener “la alegría suprema”, sea eso lo que sea, para lograrla tienes que renunciar a las pequeñas las alegrías de la vida. No es cierto. O que la alegría de ver a un bebé dar sus primeros pasos hay que sacrificarla para disfrutar de la alegría suprema. Eso es falso.
Los seres humanos hacemos algo muy curioso. Realmente curioso. No se porqué lo hacemos. No soy científico. Soy solo un observador. Se trata de que cuando algo empieza a estar demasiado cerca para resultarnos cómodo, lo alejamos tanto como podemos.
Por ejemplo. Dios. Es muy incómodo que esté tan cerca de nosotros. Así que dónde lo ponemos, allá arriba. ¿Dónde está Dios? Aquí “señalando hacia arriba”. Aquí, “al lado de nosotros” eso es inaceptable. En mí.. eso es terrible, de ningún modo si está tan cerca. ¿Dentro de mi? Recuerdo que hace tiempo tuve un examen de ética en la escuela en el que preguntaban ¿dónde está Dios? Mi respuesta fue, según lo que he estudiado, Dios está en todas partes, de modo que también está en mi. Me suspendieron. Risas… Esa noción no fue muy apreciada. Porque la respuesta debió haber sido: Dios está en el cielo. ¿Dónde está el cielo? A miles de millones de kilómetros. Y es que si está tan lejos de mi eso me permite seguir viviendo dentro de mi pequeña realidad. Y que todo vaya de perlas, porque puedo hacer cualquier cosa y nadie me verá. Nadie, ni siquiera Dios. Dónde está Dios: allá arriba.
Y así sigue y sigue y sigue… Nuestra historia y el modo en que comprendemos las cosas. Nuestra historia y nuestros intentos y penalidades por comprender qué es verdad. Durante todo ese tiempo la verdad no ha estado lejos sino dentro del corazón de cada ser humano. Ahí reside. La verdad no es una afirmación. No es tal cosa. Es un sentimiento, una realidad, es belleza, igual que lo es la alegría, y la paz y esta vida. Cuando algo nos resulta incómodo por estar tan cerca… Es que si quieres llegar a la verdad suprema tendrás que renunciar a todas esas cosas de las que disfrutas en tu vida, porque no puedes tener ambas. Por qué no, por qué no puedo disfrutar de ver a un bebé dar sus primero pasos y a la vez sentirme satisfecho con mi propia vida. Por qué.
El anhelo de felicidad no es algo que haya creado yo, sino que nací con él. La sed de satisfacción no es algo aprendido. Nací con ella. El anhelo de sentir paz, alegría, plenitud ha estado siempre en mi interior. Es algo que nunca tuve que aprender, que nunca tuve que estudiar. Algo que siempre supe. Y que siempre sabré, y hasta mi último aliento. Hasta el último aliento. Me esforzaré para que haya paz en mi vida. Paz.
Es una búsqueda tan apremiante que es innegable. Aunque se muevan las montañas, esa búsqueda permanecerá inalterable. Podrá separarse los mares, pero esa búsqueda no cambiará. Seguirá igual y su única conclusión posible es que tu, yo, alcancemos la plena satisfacción. Si supone un desafío acéptalo. Si se trata de un deseo, cúmplelo. Si es un llanto, tráele consuelo. Si es una necesidad, satisfácela. Porque no es posible escapar de ser quien eres.

Maharaji

viernes, 7 de noviembre de 2008

La próxima vez que veas un árbol


La próxima vez que veas un árbol, obsérvalo con detenimiento y, si puedes, date cuenta de lo siguiente: ese árbol representa muchas cosas que sucedieron correctamente. Muchas cosas que salieron bien. Muchas cosas que están bien.

En alguna parte, una semilla cayó a la tierra. Y la semilla era adecuada. Era idónea, llevaba un maravilloso potencial en su interior. Esto, además, sucedió en la estación apropiada, y esa estación permitió que el potencial de la semilla se manifestara.

También recibió la cantidad correcta de agua. Demasiada agua y es perfectamente posible que la semilla hubiera sido arrastrada. Pero recibió la cantidad precisa de agua a la velocidad adecuada. Y adecuada fue también la tierra en la que cayó.

Y así, esa semilla germinó. Podría haber caído presa de algún animalito en busca de alimento, pero no fue así. Una helada mortal podría haber destruido a la pequeña planta, pero no lo hizo.

Según iban alternándose las estaciones, cada una de ellas fue lo suficientemente benigna como para permitir que la manifestación de este potencial pudiera tener lugar, pudiera seguir hacia delante. Así pues, continuó. Tal vez se produjera un incendio, pero no fue lo suficientemente severo como para acabar con la planta. Y llegaron sequías e inundaciones, pero tampoco fueron tan rigurosas como para matarla.

De algún modo, a través de muchas estaciones, la manifestación de este potencial continuó y continuó y continuó. Y, en el caso de alguno de los árboles que ves, no estamos hablando de minutos, ni siquiera de unos cuantos años, sino de algo que fue prosperando a lo largo de cientos de años. Y aquí está. Podemos mirar a ese árbol y decir: “Algo funcionó”

Cuando mires a ese árbol, mírate a ti mismo bajo la misma óptica también. Date cuenta del éxito que supone esta existencia. No es un concepto, ni un borrador, es real. Cada uno de nosotros representa ese éxito, un éxito que continúa desarrollándose. ¿Cómo lo sabes? Porque el regalo del aliento sigue resonando en tu interior. Funciona. Funciona. Está aquí.

Maharaji