miércoles, 20 de febrero de 2008

EL NOMBRE DE DIOS, EL VERBO, LA PALABRA

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. (Biblia de Jerusalén. Nuevo Testamento. Evangelio según San Juan, 1,1)


Comentario:

Así comienza el Evangelio de San Juan. Intenta expresar la fuente de donde mana toda la sabiduría y el misterio que todas las Escrituras Sagradas desde tiempo inmemorial han pretendido desvelar, queriendo poner en palabras la esencia del Impronunciable.

Diferentes nombres que se le han dado al Innombrable desde la noche de los tiempos y recogidos en Escrituras Sagradas desde que se tiene constancia escrita. Om (AUM) El Santo Nombre de Dios, la Palabra, el Verbo, el Tao, SatNam, Pak Nam, la Palabra Bhrámica, Jehová, etc., etc…

Ese Verbo, esa Palabra y ese Nombre de Dios es la energía primordial de donde surge todo lo manifestado en esta Creación. Y como colofón a su obra, el Hacedor diseñó a un ser, a nosotros, los seres humanos para que experimentásemos dentro de nosotros esa maravilla y el increíble regalo de ser testigos del amor, la paz y la libertad. Nos hizo a su imagen y semejanza, por eso la Palabra, el Verbo y su Santo Nombre se está pronunciando dentro de nosotros sin quererlo ni haberlo buscado. Ya venimos con el Verbo incorporado y podemos decir que somos el santuario viviente de esa Palabra viva. Dios está dentro de nosotros.

Es un regalo que se nos ofrece por su inmenso amor. Y la forma que tenemos que agradecérselo es ir adentro de nosotros y pronunciar su Nombre. No podemos con estos labios carnales. Pero se está pronunciando y muy a pesar nuestro. El Santo Aliento, viene a nosotros y nos acaricia con suma delicadeza, y gran poder. Tiene el poder de disipar todas las dudas que afloran de nuestra mente.

Nadie nos lo ha dicho en nuestro caminar. Hemos buscado por este mundo sumidos en la ignorancia y demandando un poco de comprensión, pero somos ciegos guiando a ciegos. Y lo que es más triste y desesperanzador es que siempre nos damos de bruces con los mismos conceptos, los mismos tópicos, los mismos arquetipos y los mismos paradigmas, generación tras generación, abocándonos y llevándonos unos a otros a la más terrible confusión, desilusión y desesperanza.

Por eso, desde el principio, ese Verbo, se hizo carne y habitó entre nosotros. Desde el principio ha estado, está y estará con nosotros. ¿Cómo puede abandonar a sus criaturas?
F.G.M.

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