miércoles, 5 de diciembre de 2007

Los Nubarrones de la Ilusión

Los densos nubarrones de esta Maya se ciernen paulatinamente desde nuestro horizonte más próximo permitiendo que la ilusión se instale en nuestra forma de percibir, pensar, actuar, acatar directrices y tomar decisiones que conciernen y afectan no solo a nosotros mismos como seres humanos, sino que a causa de ellas, cientos, miles, millones de seres, están totalmente avizores a la espera de lo que decidan por nosotros. Y diariamente el ser humano está sufriendo las consecuencias de nuestra justificada confusión, aceptada por nosotros mismos y por la sociedad.

¿Hacia dónde vamos, qué dirección hemos de tomar para que de una vez por todas, el ser humano comience a descubrir que estamos instalados en la ignorancia y el oscurantismo?

¿Cuánto tiempo hemos de soportar que las clases más desfavorecidas sufran las decisiones que se adoptan diariamente en cómodos sillones de cuero, tomando un refrigerio, mientras la miseria galopa a sus anchas como caballos desbocados, despeñándose al precipicio, y sembrando de cruces los hermosos parajes que la naturaleza nos regala con humilde generosidad?

Nos esforzamos en demostrar que lo evidente es mentira y que la mentira es verdad con tanta naturalidad que nos estamos creyendo nuestra propia locura. Y vamos enarbolando el estandarte de los logros conseguidos. No obstante y para sorpresa nuestra, cuando intentamos reaccionar y la certeza se hace evidente, siempre es demasiado tarde. Y como siempre culpamos de todo a lo coyuntural.

Qué palabra tan coyuntural, valga la redundancia, que se asemeja a un agujero negro, donde son engullidos los logros, los ideales, las buenas intenciones, las relativas verdades, las miserias escondidas debajo de las grandes y lujosas mesas de salas de juntas, y donde la ilusión hace acto de presencia y nos pone delante de nuestras narices, el fruto de nuestra incapacidad para dirigirnos unos a otros.

¿Hacia dónde vamos los seres humanos? Qué hemos de experimentar, para que transformemos la materia prima de nuestro cuerpo y comencemos a desarrollar esta hermosa maquinaria y basemos nuestros principios en algo sólido, algo que impregne de Verdad todo cuanto toque el ser humano. Ya sean los propios pensamientos, los propios ideales, las relaciones con otros seres, y que por mimetismo con esa experiencia, vayamos ofreciendo y compartiendo unos con otros el fruto de la Verdad que dentro de nosotros está instalada desde tiempo inmemorial y que pacientemente está esperándonos a que emprendamos la increíble aventura de dirigirnos hacia ella y no prestemos atención, ni nos dejemos influenciar por la Maya o la ilusión, siempre instalada, a nuestro pesar, en la dualidad, y nos dejemos llevar por el fluir de la Verdad.

Este es mi humilde deseo como ser humano. Que brille el sol de la Verdad y que encontremos y nos relacionemos con nuestro sol interior.

F.G.M.

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