domingo, 9 de diciembre de 2007

TÉCNICAS DE MEDITACIÓN VIII

Mi experiencia de la Meditación
Este Nombre, Santa Palabra o Verbo se manifiesta dentro del ser humano, no sólo como energía o vibración primordial, sino que de ella a su vez provienen otras tres expresiones: Luz, Música y Néctar.
La meditación consiste en fijar nuestra atención en la técnica en sí. Utilizando el siguiente símil será más fácil la comprensión de lo que intento describir:
Fijamos nuestro asiento en la barca interior. Al principio hemos de remar con vigor, para salir de la atracción de las olas que nos conduce hacia la orilla. Esta poderosa atracción son: Los pensamientos, los apegos a nuestra identidad, la mente desbocada, etc.
Una vez el bajel interior ha dejado tras de sí la atracción de la orilla, es arrastrado mar adentro con el suave movimiento de las olas de la respiración. Nuestro remar se hace más suave, constante, acompasado y sentimos cómo nos adentramos más y más. (De vez en cuando quiere hacer acto de presencia la mente con insinuaciones ilógicas: has dejado el grifo abierto, habrá sonado el teléfono, cuando lo has desconectado para que nadie te moleste, etc. pero la oyes tan a lo lejos que el poder de la experiencia que se está manifestando anula su insistencia).
Navegando en la silenciosa oscuridad de la noche interior, continúas adentrándote mar adentro, haciendo acto de presencia el cielo estrellado interior. Soles que aparecen y desaparecen. Hermosos resplandores. Luminiscencias que deslumbran. Luces multicolores. Explosiones de luz, etc. Sintiendo como vienen hacia ti y te atraviesan, quedando una sensación de paz y armonía.
Y con la música de las esferas de fondo. El sonido del silencio. Sonidos de cataratas, el sonido del fluir de los ríos, el sonido de la noche interior, el sonido agradable de la naturaleza. Llenando la estancia de una perfecta armonía, que profundizas todavía más en el tesoro oculto. Y bebiendo del manantial de agua cristalina que brota en nuestro interior.
Ahí es donde el ser humano encuentra su dicha y reposo. Mar adentro donde nunca se alcanza el horizonte. Ese es mi viaje interior, que se repite día tras día, con más o menos intensidad, por su infinita gracia.
Cuando sentimos esta experiencia, comprendemos que este cuerpo es el verdadero templo. Y no podemos negar lo evidente. Necesitamos renovarnos cada día y zambullirnos sin temor en esa energía que lo contiene todo.
Somos laboratorios andantes donde el poder del amor está obrando maravillas en nuestros corazones y donde se nos muestra que el universo interior es más hermoso que el exterior.

Estamos hechos a imagen y semejanza del Verbo.

“Oh, hombre, si no conoces a tu propio Creador,
¿de qué estás tan orgulloso?
Despréndete de tus agudezas;
las meras palabras nunca te unirán a Él.
No te dejes engañar por el testimonio de las Escrituras:
El amor es otra cosa,
y quien realmente lo busca, lo encuentra.”

(Cien poemas de Kabir – LIX)
F.G.M.

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