sábado, 1 de marzo de 2008

LA PALABRA VIVA DEL DIOS VIVO

Y el propio Jesús se sentó en medio de ellos y dijo: "En verdad os digo que nadie puede ser feliz, excepto quien cumple la Ley".
Y los demás respondieron: "Todos cumplimos las leyes de Moisés, nuestro legislador, tal como están escritas en las sagradas escrituras".
Y Jesús les respondió: "No busquéis la Ley en vuestras escrituras, pues la Ley es la Vida, mientras que lo escrito está muerto. En verdad os digo que Moisés no recibió de Dios sus leyes por escrito, sino a través de la palabra viva. La Ley es la Palabra Viva del Dios Vivo, dada a los profetas vivos para los hombres vivos. En dondequiera que haya vida está escrita la ley. Podéis hallarla en la hierba, en el árbol, en el río, en la montaña, en los pájaros del cielo, en los peces del mar; pero buscadla principalmente en vosotros mismos. Pues en verdad os digo que todas las cosas vivas se encuentran más cerca de Dios que la escritura que está desprovista de vida. Dios hizo la vida y todas las cosas vivas de tal modo que enseñasen al hombre, por medio de la palabra siempre viva, las leyes del Dios verdadero. Dios no escribió las leyes en las páginas de los libros, sino en vuestro corazón y en vuestro espíritu. Se encuentran en vuestra respiración, en vuestra sangre, en vuestros huesos, en vuestra carne, en vuestros intestinos, en vuestros ojos, en vuestros oídos y en cada pequeña parte de vuestro cuerpo. Están presentes en el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas. Todas os hablan para que entendáis la lengua y la voluntad del Dios Vivo. Pero vosotros cerráis vuestros ojos para no ver, y tapáis vuestros oídos para no oír. En verdad os digo que la escritura es la obra del hombre, pero la Vida y todas sus huestes son la obra de nuestro Dios. ¿Por qué no escucháis las palabras de Dios que están escritas en Sus obras? ¿Y por qué estudiáis las escrituras muertas, que son la obra de las manos del hombre?”
(El Evangelio de los Esenios. Libro I. El Evangelio de la Paz.)


Comentario:

Jesús a través de este texto revelador que nos proporciona el Evangelio de los Esenios, en el Libro I, El Evangelio de la Paz, nos muestra de una manera comprensible para todos los mortales sin perdernos en grandes disquisiciones teológicas ni interpretaciones que se salen de los cánones establecidos por la iglesia, la esencia que se extrae de todas las escrituras sagradas.
La verdad es que tanto la hermenéutica, como la exégesis nos han hecho un flaco favor a los seres humanos, porque en vez de esclarecer y poner un poco de luz sobre el verdadero sentido de lo escrito, han tergiversado lo que se intentaba expresar. Y generación tras generación se han ido vertiendo conceptos “renovados” y sombras de un mensaje tan claro y diáfano que cualquier neófito en sagradas escrituras tendría que comprender, o, al menos allanarle el camino en su proceso de búsqueda.
Esto sucede cuando el Maestro no está presente, -QUIERO DECIR, CUANDO SE ESCONDE PARA QUE LE BUSQUEMOS- se desenfoca el objetivo y se pierde el enfoque. Convirtiendo el mensaje de cada Avatar que desciende a este mundo en una gran torre de Babel, donde cada uno quiere decir una cosa.
Jesús ya se pronunció, en el Evangelio de Santo Tomás, Evangelios Apócrifos, acerca de la ocultación del conocimiento de la verdad:
  • 39. Dijo Jesús: “Los fariseos y los escribas recibieron las llaves del conocimiento y las han escondido: ni ellos entraron, ni dejaron entrar a los que querían. Pero vosotros sed cautos como las serpientes y sencillos como las palomas”.
Jesús comienza diciendo que:
  • “nadie puede ser feliz si no cumple la Ley. “Y que La Ley es la Palabra Viva del Dios Vivo, dada a los profetas vivos para los hombres vivos.”
Seguimos empecinados en enmarañar el contenido y un mensaje claro. Cuando leo que “la Ley es la Palabra Viva del Dios Vivo, dada a los profetas vivos para los hombre vivos.
No puedo ni imaginar que esto tenga que decir otra cosa que lo que estoy leyendo. ¿Acaso no guarda relación con: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”?
¿Acaso este Verbo no ha estado siempre con nosotros?
¿Acaso este Verbo puede abandonarnos? Si es el motor que nos da la vida, es el Santo Nombre de Dios. Es la Palabra.
Quiero hacer referencia a lo que constituye la sabiduría de los Vedas, representando la cima más elevada de la india y dejar constancia en este comentario, lo que uno de los Upanisads, concretamente el Katha, en el segundo Adhyaya, Sexto Valli, dice:
  • “13. "Mediante el Verbo tiene que ser percibido. Cuando el Ser ha sido percibido mediante el Verbo, la realidad se revela a sí misma.
Cuando a través de la meditación en el Verbo, Santo Nombre o La Palabra, nuestros sentidos quedan atrapados en la vibración primordial, comenzamos a experimentar lo que significa estar sincronizados con la vida, a través del Santo Aliento. Entonces emprendemos la auténtica aventura de ir descubriendo el manantial interior, el tesoro escondido, los misterios del Reino de los Cielos. Y sencillamente porque hemos tenido acceso al santuario interior donde ese poder que llamamos Dios está presente y hablando el mismo idioma universal que habla y se recita en cada criatura viviente.
Somos afortunados de tener un cuerpo y estar presentes en esta vida. Y por su infinita gracia se está descubriendo el telón y nos está dejando ver la representación que desde los comienzos tiene preparada para los seres humanos. Se está preparando la auténtica iglesia universal, donde el hombre hablará un único idioma basado en el amor y en la experiencia directa del Santo Aliento. El reino de los Cielos se está manifestando entre los seres humanos. Y se está manifestando como “ladrón en la noche”
Cada Avatar (descendido) ha dicho lo mismo. Cuando su cuerpo se va, toma otro cuerpo y nos enseña el mismo conocimiento eterno y atemporal y desde la noche de los tiempos seres dotados de inmenso amor, pasándose el testigo del misterio escondido. Sólo los auténticos buscadores, mejor dicho aquellos seres que él elige y cuando él quiere decide mostrar quién es el que reside dentro de nuestros corazones.

F.G.M.

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