Perdón. ¡Qué palabra más profunda y hermosa! Al pedir perdón al Universo entero saldamos nuestras deudas pendientes con toda la Humanidad. Y lo más importante, nos perdonamos a nosotros mismos. Porque el que nos tiene que perdonar, está paciente esperando a que la comprensión del perdón nos abrace y nos haga ver que no hay nada que perdonar por su parte. Nos acepta tal como somos. Y nos sentimos más ligeros. Así podemos dejarnos llevar por el viento, y que nos tambalee y nos sacuda bien, para ir dejando conceptos que hacen de nuestra existencia una carga innecesaria.
Gracia por inspirarme sobre el perdón.
Gracia por inspirarme sobre el perdón.
F.G.M.
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